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Colombia, líder en bonos de género en América Latina y el Caribe

La primera emisión de bonos de género de la región correspondió en 2019 a la filial panameña de un banco basado en Colombia, un país que no ha dejado de liderar en inversión sostenible. Pero aún se necesita más y mejor acceso a la financiación para consolidar estos avances y crecer.

Mujer colombiana cultivando cebollas

Colombia es uno de los países de América Latina y el Caribe (ALC) que más rápido ha avanzado en inversión sostenible, empujando regulaciones clave y protagonizando operaciones realmente innovadoras en fondo y forma. Podríamos contarles múltiples ejemplos. Sin embargo, la celebración del mes de la Mujer nos brinda la ocasión para detenernos en un tipo de activo todavía incipiente, en el que Colombia está liderando en la región: los bonos de género.

Esta variante de bonos sociales es un instrumento innovador para contribuir a cerrar las brechas de género y que, sin embargo, ha sido poco utilizado hasta la fecha. De los más de US$300.000 millones emitidos en deuda vinculada a la sostenibilidad, apenas unos US$35.000 millones (menos del 12%) portan la etiqueta de género, según datos de Bloomberg. Los bonos de género se encuadran bajo el paraguas de inversión con lentes de género, Gender Lens Investing (GLI), un tipo de inversión que, además de rentabilidad financiera, busca generar rentabilidad social a través del avance en igualdad de género.

Esas lentes pueden presentarse de tres formas diferentes: una primera lente se enfoca en invertir en empresas que promuevan el liderazgo femenino en su propia organización, desde la plantilla, a los cuadros directivos y/o el consejo; la segunda, invierte en negocios o empresas que son propiedad y/o están dirigidas por mujeres; y la tercera lente busca invertir en compañías que crean o desarrollan productos y servicios que mejoran la vida de la mujer.

Las emisiones de bonos de género están en sus primeros pasos. Desde que se lanzó la primera operación – en 2013 en Japón – apenas se han realizado una treintena de emisiones y, de ellas, dos tercios se han hecho desde 2020. En cuanto a emisiones del sector privado, Canadá y Australia fueron los pioneros: países desarrollados cuyo objetivo era promover la primera lente, el liderazgo femenino en las empresas.

En los países emergentes, el objetivo de las emisiones se ha centrado más en la segunda lente, en promover el acceso al financiamiento. Desde el punto de vista de emisores, cabe destacar que unos pocos incluso han lanzado más de una operación, como es el caso del Banco de Desarrollo Asiático (ADB) que ha hecho cuatro operaciones; Impact Investment Exchange IIX (3) y la mexicana Fonacot (2) y el Banco Mundial (2).

La primera emisión de bonos de género de la región se llevó a cabo en Panamá en 2019. BID Invest acompañó a Banistmo, filial de Bancolombia en Panamá, en el proceso de emisión del bono y lo suscribió íntegramente. Banistmo captó US$50 millones destinados a ampliar el acceso financiero a compañías lideradas/dirigidas por mujeres.

Apenas doce meses después, en Colombia se lanzó la segunda, en esta ocasión a cargo de Davivienda, que emitió el primer bono de género con incentivos del mundo y captó US$100 millones totalmente suscritos por BID Invest para apoyar a empresas lideradas y propiedadde mujeres y la compra de vivienda social. Después le han seguido otras emisiones que apoyan a mujeres microempresarias: Banco W en noviembre de 2020 (US$40 millones y que compró en su totalidad BID Invest); Bancamía en junio 2021 (US$32 millones, con garantía parcial por parte de BBVA Colombia) y el último, hace escasas semanas: Mibanco (US$28 millones con BID Invest como inversionista ancla y movilizando a nueve inversores más, principalmente institucionales locales).

La operación de Banistmo y el liderazgo de Panamá marcaron la estela para que otros países de la región siguieran; México, con Fira (2020), BID Invest (2021) y Fonacot (junio y septiembre 2021); Chile, con Fondo Esperanza (2021) y Santander Chile (2021); y Perú, con Caja Arequipa (2020).

Todo ello ha convertido a Colombia en un líder regional en bonos de género. No es casualidad: el país avanzado considerablemente en todo lo referente a finanzas sostenibles aunque, en igualdad de género, este avance se ha estancado durante la pandemia, como ha sucedido en otros países emergentes y la propia región, según el último informe Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial del 2021.

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Comparado con otros países de la región, Colombia se situaría hacia la mitad (posición 15 de 26) en brecha de género. En el apartado de oportunidades económicas para la mujer, la brecha pendiente por cerrar en Colombia es del 29%, cifra que no compara mal con la media de ALC (36%). En el mercado laboral: ellas ostentan el 53-54% de los puestos de legisladores, altos funcionarios, directivos y trabajadores técnicos. Tienen una buena representación en la ejecutiva intermedia y eso les permitirá un día dar el salto puestos más altos, donde hoy apenas sí están presentes: 13,5% en consejos de administración y 18,9% de la alta ejecutiva.

En emprendimiento, en cambio, ellas destacan sobre ellos: un 66,3% de pequeños negocios tienen a mujeres al frente de la propiedad y el control, versus el 33,10% que están en manos de hombres, según datos del Women’s Entrepreneurship Report 2020/21. Tienen espíritu emprendedor pero el acceso a la financiación sigue siendo un gran reto, según recoge el informe 2021 Global Microscope for Financial Inclusion, elaborado por The Economist Intelligence Unit con la colaboración de BID Lab.

Las mujeres latinoamericanas en general, y las colombianas, en particular, son emprendedoras, aunque la supervivencia sea quizá la razón más poderosa que las empuja. Son las que más negocios abren, pero también las que más negocios cierran, especialmente ahora, con la volatibilidad y la crisis que ha introducido la pandemia. Necesitan más y mejor acceso a la financiación para revertir esta alta mortalidad empresarial y crecer. Para que no se quiebre el impacto positivo que sus negocios generan en las comunidades locales en las que operan.  Para que ese impacto positivo eche raíces y se afiance. Lo importante es encontrar recursos y que no se quiebren las aspiraciones, habilidades y sueños de esas mujeres que trabajan con determinación para lograr un futuro mejor para ellas y para todos los que les rodean.

 

 

 

 

 

 

Escrito por

Gema Sacristán

Gema Sacristán es la directora general de negocio de BID Invest. Se unió al Banco Interamericano de Desarrollo en el 2008 como oficial de inversión

Sandra Reyes

Sandra lidera el equipo de Instituciones Financieras para la región Andina de BID Invest, a donde ingresó en 2007. Es responsable de la originación y

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