Mujeres, riesgos y oportunidades
Publicado originalmente por Forbes
Estoy viendo la lista 50 mujeres de impacto en América Latina 2023, publicada por Bloomberg, que incluye figuras pioneras y destacadas en los negocios y puestos corporativos. Aunque hay varios nombres esperables, como Samantha Ricciardi, consejera delegada de Santander Asset Management, y Rossana Costa, presidenta del Banco Central de Chile, hay un detalle que me llamó especialmente la atención.
A pesar de sus innegables éxitos y logros en cada una de sus áreas (finanzas, industria, energía, tecnología y software), casi ninguna de ellas es conocida más allá de su ámbito. Con carreras brillantes, impecables resultados y sólidos liderazgos, lo más probable es que esta sea la primera vez que mucha gente lee sus nombres.
Es decir, en el mundo corporativo y financiero de América Latina y el Caribe, y particularmente en las posiciones de liderazgo, lo usual no es solo que las mujeres estemos subrepresentadas, sino también poco visibilizadas.
Eso a pesar de que algunos estudios demuestran que eliminar las brechas de género podría incrementar el PIB per cápita de algunos países en torno a un 20%. Es imperativo aprovechar esta oportunidad.
En mi contexto más inmediato, el de las instituciones financieras internacionales, la situación es heterogénea, según este estudio del Center for Global Development. Aunque el porcentaje de mujeres en posiciones de liderazgo casi se ha duplicado en los últimos 20 años, no hay una sola de estas entidades que haya alcanzado la paridad de género a nivel gerencial.
Muchas de estas instituciones tienen políticas, compromisos y hasta equipos de Diversidad, Equidad e Inclusión, pero persisten grandes diferencias en la proporción de mujeres entre su personal administrativo y sus posiciones de gestión. Y todavía con más hombres que mujeres dando el salto de los rangos profesionales a puestos gerenciales.
Sin embargo, estoy encantada de ver que, en mi lugar de trabajo, el Grupo BID, hay un compromiso firme por cambiar esta tendencia; y las mujeres directivas de toda la organización son modelos que seguir por su excelencia técnica y liderazgo.
En mi área específica de trabajo, la gestión del riesgo, hay estudios que demuestran que las mujeres en posiciones de liderazgo corporativo o empresarial son más propensas que sus pares hombres a asumir riesgos, pero lo hacen de forma más estratégica y menos temeraria.
En otras palabras, las mujeres son buenas para asumir riesgos y muy efectivas para gestionarlos. Simple y llanamente, consideradas como activo, las mujeres son un buen riesgo. Como ejemplo, nuestro reciente estudio “Empresarias en ascenso” demuestra que las mujeres son más propensas al ahorro y tienen menores índices de morosidad que sus pares hombres.
Mirémoslo de esta forma: ¿Quién no quisiera invertir en una oportunidad de bajo riesgo y con garantía de gestión sólida? Cuando se trata de mujeres, oportunidad y riesgo son, en mi opinión, dos caras de la misma moneda.
Y en IDB Invest predicamos con el ejemplo. Nos esforzamos invertir y apoyar a empresas con mujeres en el liderazgo, y que trabajen para fortalecer sus activos femeninos. Este enfoque resulta en empresas más sostenibles y exitosas, que contribuyen al progreso de las personas, las economías y las sociedades.
También hacemos parte de WeFi, una alianza de 14 gobiernos y seis bancos de desarrollo para impulsar las empresas propiedad o lideradas por mujeres, con quienes lanzamos WeCode en República Dominicana para orientar a intermediarios financieros sobre cómo invertir en estas compañías.
Iniciativas de este tipo, más el hecho de que la presencia de mujeres en cargos directivos de las empresas de América Latina y el Caribe crece de forma lenta pero constante desde hace 20 años, y de que son cada vez más las mujeres que buscan activamente llegar a posiciones de poder, me hacen ser medianamente optimista.
La pregunta es cómo seguimos avanzando en esa dirección. El año pasado, la Organización de Naciones Unidas estimaba que, al ritmo actual, pasarán 300 años antes de que se logre la paridad de género. Ni las mujeres ni la humanidad podemos esperar tanto.
Además de las iniciativas e inversiones empresariales en curso, hay algunos mandatos gubernamentales que se están aplicando en esa dirección. Por ejemplo, la norma europea para que de aquí a 2026, las mujeres ocupen al menos el 40% de los puestos administrativos no ejecutivos de las empresas que cotizan en bolsa, y el 30% de los puestos ejecutivos.
Es imperativo que el ecosistema empresarial y financiero acepte la evidencia y la oportunidad que tenemos ante nosotros: las mujeres, como empresarias y líderes, son un buen riesgo.
Es la visión que estamos impulsando desde la banca de desarrollo, donde, por cierto, tenemos varios ejemplos de mujeres al frente de la gestión de riesgos: Lakshmi Shyam-Sunder en el Banco Mundial, Romy Bowers en el Fondo Monetario Internacional; Roberta Casali en el Banco Asiático de Desarrollo; y Samya Paiva en CAF; por mencionar a algunas.
La paridad en el área de gestión de riesgos, dada las diferentes perspectivas que aportan hombres y mujeres a este sector, se ha convertido en una prioridad en un mundo con cada vez más incertidumbres ante las que se hace indispensable actuar con aplomo.
Debemos visibilizar a las mujeres, sumarlas a la gestión de riesgos, financiar sus empresas y acompañarlas en su camino a la cima de las corporaciones. Tenemos los datos y las oportunidades. Solo es cuestión de aprovecharlos.
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