El camino por recorrer: cuatro lecciones para el empoderamiento económico de la mujer
Es evidente que la pandemia ha tenido un impacto desproporcionado en la vida y los medios de subsistencia de las mujeres. Los trabajos de las mujeres son casi dos veces más vulnerables a la crisis que los de los hombres, y éste es especialmente el caso en América Latina y el Caribe (ALC).
Las mujeres de la región corren un mayor riesgo de abandonar el mercado laboral por completo, debido a la lenta recuperación económica, el aumento de las responsabilidades domésticas y de cuidado, los arraigados sesgos de género y el acceso limitado a servicios de apoyo, como las guarderías. No tiene por qué ser así. La pandemia ha puesto el foco en la igualdad de género como nunca antes, ofreciendo una inmensa oportunidad para que la región repiense el apoyo a la participación igualitaria de las mujeres en la vida económica.
A medida que trazamos este camino, es útil aprender de lo que ha funcionado (y no ha funcionado) en el pasado en lo que respecta al apoyo al empoderamiento económico de la mujer. De 2016 a 2020, el Grupo BID apoyó a 2,3 millones de mujeres como participantes de iniciativas de empoderamiento económico. El Panorama de la Efectividad en el Desarrollo (DEO) de 2021, el informe anual del Grupo BID sobre sus resultados e impacto, incluye un capítulo que resume las principales lecciones aprendidas de su trabajo en apoyo al empoderamiento en la región.
Destacamos aquí cuatro lecciones generales de esta revisión, con un enfoque en las iniciativas del sector privado. Si bien algunas lecciones pueden parecer obvias a primera vista, aún existen muchas instituciones en la región, tanto públicas como privadas, que no consideran las necesidades particulares de las mujeres al momento de desarrollar sus intervenciones.
Lección 1: Para fortalecer el empoderamiento económico de la mujer es necesario comprender primero las necesidades de las mujeres. Es importante contar con datos de calidad desglosados por sexo sobre las necesidades de las mujeres y las brechas de género, tanto para diseñar intervenciones exitosas como para monitorear su efectividad, una práctica que aún es escasa en la región.
Por ejemplo, en un proyecto de BID Invest con un banco en Costa Rica, el cliente no hizo un seguimiento del desempeño de sus préstamos a micro, pequeñas o medianas empresas (MIPYMES) lideradas por mujeres. Esto dificultó la comprensión del impacto general y la rentabilidad de esta cartera de préstamos específica. Hoy en día, con el rápido crecimiento del mercado para las carteras de MIPYMES lideradas por mujeres y los bonos temáticos, incluidos los bonos de género, es cada vez más importante que las instituciones financieras recopilen datos desglosados por sexo.
Lección 2: Las iniciativas de empoderamiento deben utilizar enfoques personalizados. Dado que las mujeres tienden a tener necesidades, actitudes, barreras y preferencias diferentes a las de los hombres, la falta de adaptación de los enfoques puede perpetuar las desigualdades y poner en riesgo los resultados de desarrollo previstos. Tomemos, por ejemplo, el acceso de las mujeres al financiamiento. Muchas mujeres carecen de un historial crediticio formal y de garantías lo que les impide acceder al crédito. Nuestra experiencia de proyectos del sector privado muestra que los enfoques alternativos de calificación crediticia de bajo costo son una forma viable de evaluar la capacidad y la voluntad de un prestatario potencial para reembolsar préstamos.
Por ejemplo, en una operación de BID Lab con un banco en Perú, utilizamos una herramienta psicométrica como metodología complementaria de análisis de riesgo para evaluar la solvencia de las MIPYMES (aproximadamente la mitad de las cuales eran lideradas por mujeres) que de otra manera no habrían cumplido con los requisitos mínimos del banco. Los resultados muestran que la herramienta fue especialmente eficaz para ayudar a las MIPYMES sin historial crediticio a aumentar el acceso a préstamos, sin empeorar los datos de morosidad de la cartera del banco.
Lección 3: Aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral requiere derribar barreras estructurales y culturales. Las barreras planteadas por la cultura del lugar de trabajo, los sesgos de género y el acceso a espacios seguros continúan impidiendo que las mujeres accedan a trabajos estables, formales, de alta calidad y de tiempo completo. Esta situación es aún más pronunciada en sectores donde las mujeres tradicionalmente están subrepresentadas, como la energía y la construcción. Por ello, los esfuerzos para promover el empoderamiento deben apuntar activamente a compensar estas barreras estructurales ofreciendo cuidado infantil asequible o una mayor flexibilidad laboral, por ejemplo.
Por ejemplo, BID Invest, junto con un banco en Guatemala, encontró que algunas de las políticas y procedimientos del banco no respaldaban la inclusión de empleadas. Como resultado, el banco mejoró sus políticas de flexibilidad laboral, adaptó la infraestructura para madres lactantes e implementó un programa de desarrollo de liderazgo para mujeres ejecutivas.
También hemos aprendido que combinar el apoyo de asesoría a los clientes con incentivos financieros puede proporcionar la chispa necesaria para que las empresas tomen medidas. Por ejemplo, al utilizar financiamiento mixto ofrecemos incentivos de desempeño basados en género. Esto significa que la tasa de un préstamo se reduce al completarse hitos predefinidos, como un aumento en el número de mujeres contratadas en roles no tradicionales. Más del 80% de las empresas con las que hemos probado este enfoque efectivamente han reducido su tasa de interés al cumplir con sus objetivos de género.
Lección 4: Tener mujeres en roles de toma de decisiones ayuda a empoderar a otras mujeres. En pocas palabras, la representación, desde los pasillos del gobierno hasta el directorio, es importante. Sin embargo, las mujeres continúan estando subrepresentadas en puestos de influencia en ALC, aunque mejoran el desempeño comercial de las empresas.
Por ejemplo, el acceso al capital sigue siendo el principal desafío al que se enfrentan las empresas emergentes lideradas o propiedad de mujeres en la región. Una encuesta apoyada por el BID Lab entre 1.150 mujeres emprendedoras en la región mostró que las fundadoras a menudo carecen de las conexiones adecuadas para acceder a inversores clave. Aquellos que pueden acceder al capital emprendedor a menudo lo hacen gracias a conexiones con otras mujeres en el ecosistema empresarial, en particular mujeres en el equipo de inversión u otras empresarias respaldadas por el fondo. Los inversores y las instituciones financieras de desarrollo pueden desempeñar un papel clave en la promoción de la inclusión de más mujeres en los equipos de gestión de fondos al considerar explícitamente el compromiso con la igualdad de género, tanto a nivel de la administración de los fondos como dentro de las empresas en las que invierten.
En conjunto, lecciones como estas pueden ayudar al sector privado a aprovechar la oportunidad de crear una región más inclusiva donde más mujeres opten por participar en el mercado laboral en lugar de optar por no participar. Para obtener más detalles, consulte el Capítulo 5 del DEO de 2021.
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