La infraestructura sostenible decidirá el futuro de Perú
En marzo de 2017 Perú experimentó condiciones meteorológicas extremas en el norte del país que ocasionaron numerosas pérdidas físicas, económicas y humanas. El costo asociado es de más de $3 mil millones, o 0,5% del PIB.
A la hora de planificar la reconstrucción, el país enfrentó una encrucijada: podía centrarse únicamente en responder a sus necesidades inmediatas o aprovechar la coyuntura para reconstruir con una visión a largo plazo. Esta última opción, la de adaptar la nueva infraestructura a la incertidumbre de las condiciones climáticas, significa una oportunidad de incorporar la sostenibilidad en carreteras, puentes y sistemas de distribución y gestión de agua, así como de apalancar las asociaciones público-privadas y reconstruir la economía de Perú para competir mejor en el mercado global.
En Perú se lanzó un plan de reconstrucción llamado “Reconstrucción con Cambios (RCC)” que responde a las dos líneas de acción. La primera busca invertir hasta tres mil millones de dólares en reconstrucción inmediata y reasentamientos. La segunda, con una proyección a cinco años, es el desarrollo de obras públicas modernas y resistentes al cambio climático que representan una inversión adicional de seis mil millones de dólares.
Una oportunidad para el sector privado
Una gran parte de las pérdidas en infraestructura son absorbidas por los mercados privados, y por esto el sector privado tiene mucho que ganar de esta reconstrucción. Una nueva carretera, por ejemplo, puede permitir que los productos de muchas empresas lleguen al mercado más rápidamente.
Pero, además, el sector privado podría ser parte de su desarrollo. Estimaciones del Foro Económico Mundial sugieren que, por cada dólar de capital público que se moviliza para cerrar la brecha de infraestructura, se deben movilizar cinco dólares de capital privado. Sin embargo, el financiamiento por sí solo es insuficiente.
Herramientas clave para la reconstrucción
BID Invest (conocido anteriormente como Corporación Interamericana de Inversiones), brazo para el sector privado del Grupo BID, cuenta con experiencias de asesoría técnica que pueden servir de referencia al Perú. En el Puerto de Manzanillo, en México, encontramos formas de adaptar el diseño portuario a condiciones climáticas impredecibles. Aseguramos la reforestación, y medimos las emisiones de carbono del puerto. Garantizamos que los operadores de terminales tuvieran las herramientas y la capacitación necesaria para replicar las evaluaciones ambientales anualmente.
También hemos utilizado la metodología Envision, desarrollada por la Universidad de Harvard y su Programa Zofnass para la Sostenibilidad de las Infraestructuras y el Instituto de Infraestructura Sostenible. Se centra en la calidad de vida, el liderazgo, la asignación de recursos, el mundo natural y el clima, y el riesgo. La herramienta ha ayudado a nuestros clientes a medir la sostenibilidad, especialmente durante las fases de planificación y diseño de los proyectos.
Las salvaguardias medioambientales y sociales promueven la calidad mínima de las inversiones en infraestructura. En junio de 2014, nuestros modelos ambientales pronosticaron lluvias atípicas en Asunción, Paraguay, durante la revisión de un préstamo a una cementera local. Nuestros especialistas en medio ambiente necesitaban un plan de contingencia. Cuando ocurrieron las inundaciones, la planta logró mitigar el daño, aunque se dieron demoras en la construcción. El patrocinador del proyecto reconoció la importancia de las medidas de salvaguardia ambiental, e invirtió en estudios hidrológicos adicionales, nuevas vías internas con barreras e instalaciones de almacenamiento protegidas.
Las salvaguardias de gobernanza corporativa y atención a la integridad también fortalecen la sostenibilidad de la infraestructura. Aunque América Latina es una región de ingresos medios, dos tercios de sus países se ubican en la mitad inferior del “índice de percepción de la corrupción” de Transparencia Internacional. Según esta organización, el 26% de la población de Perú ha sido víctima de la corrupción. BID Invest mantiene los más altos estándares de integridad y tenemos confianza que con nuestro apoyo a la RCC vayamos a bajar esta tasa.
Por último, las inversiones en infraestructura sostenible están atrayendo la atención de inversores institucionales. Invertir en empresas social y medioambientalmente responsables se considera cada vez más un deber fiduciario y un medio de crecimiento en el valor de sus activos a largo plazo. Hemos sido testigos del interés de estos inversores cuando presentamos una inversión sostenible y bancable. La represa hidroeléctrica Reventazón en Costa Rica y los parques eólicos Campo Palomas y Colonia Arias en Uruguay han sido proyectos pioneros en atraer financiamiento de inversores institucionales locales. En Perú buscamos apalancar la moneda local y nuestra capacidad de asesorar las asociaciones público-privadas para atraer más actores locales.
El momento es crítico, pero Perú está bien posicionado para convertir sus pérdidas en oportunidades. Las inversiones en infraestructura sostenible son la única garantía para construir un futuro más inclusivo, menos vulnerable y más competitivo en el siglo XXI.
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