Mundo BID: Bionegocios en Amazonia, Migrantes, La nueva oficina
La gran oportunidad de Perú en los bionegocios de la Amazonía
La nuez de Brasil, un fruto seco originario de la cuenca amazónica, es cada vez más reconocida en el mundo por su alta concentración de nutrientes y efectos positivos para la salud. Ayuda a la regulación de la glándula tiroides, fortalece el corazón y el cerebro, y es una aliada del sistema inmunológico.
Pero, en los países compradores que aprecian sus beneficios, como la República de Corea, es probable que casi ningún consumidor sepa que podría provenir de la región Madre de Dios, del sureste de Perú, bendecida por la lluvia y donde los árboles autóctonos de este apreciado fruto pueden sobrepasar los 60 metros de altura y 500 años vida. Y probablemente aún menos sepan que, para concretar las exportaciones hacia mercados exigentes de Asia, Estados Unidos y Europa, es necesario recorrer más de 1.400 kilómetros por carretera hasta la capital en Lima.
El fruto de este árbol excepcional podría ser también una gran oportunidad para promover una alternativa productiva que contribuya a reducir la deforestación, y que a la vez sea inclusiva y sostenible, con la propia comunidad involucrada en todos los eslabones de la cadena productiva.
Migración en América Latina y el Caribe
La migración es uno de los procesos más antiguos en la historia de la humanidad. Durante años, millones de personas se han desplazado por el mundo en busca de nuevos lugares donde asentarse, poblando y llenando de vida nuevas regiones. La migración enriquece nuestra vida y contribuye al desarrollo económico y social de las comunidades de destino.
Según datos de las Naciones Unidas, en 2020 había en el mundo alrededor de 281 millones de personas migrantes, lo que representaba un 3.6% de la población, más del doble de la población migrante de 1990. Más allá de un fenómeno de movilidad, la migración es un derecho humano reconocido por el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que subraya que:
-Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
-Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
La oficina como la conocemos, ¿se terminó?
Para una parte de la fuerza laboral a nivel mundial, sí.
¿Se acuerdan de la época en la que el principal evento del día era “ir al trabajo”? Levantarse, prepararse y vestirse para la faena, trasladarse (más o menos) por una hora, llegar, trabajar, reunirse a puerta cerrada, calentar comida en el microondas público, almorzar comentando las noticias del día con los colegas, trabajar un poco más, salir corriendo al encuentro con los niños para ayudarlos con las tareas mientras preparamos la cena, salir a trotar media hora si nos queda algo de tiempo, y finalmente “rendirnos” en cama para levantarnos a las 5.30am a hacerlo todo de nuevo.
Para muchos, esos días quedaron atrás. Incluso para quienes no dejaron de “ir al trabajo” ni un solo día (como los trabajadores de supermercados, o del transporte público, o quienes insistieron y persistieron con la presencialidad), la vida laboral cambió. Cambiaron los turnos, las dinámicas, los hábitos. Pero ¿quiere eso decir que la oficina como la conocemos se terminó para siempre?, y ¿fue la pandemia el gran detonante, o ya venía ganando terreno la flexibilidad laboral desde antes?
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