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Infraestructura, energía y género: Los beneficios de la igualdad

Los nuevos desafíos económicos presentan espacios para la inclusión y la equidad de género. Una planilla equilibrada, en especial en los sectores energético y de infraestructura, aporta mayor productividad, capacidad de innovación y más beneficios.

Infraestructura, energía y género: Los beneficios de la igualdad

La evidencia demuestra que las políticas inclusivas no sólo son positivas para las mujeres, sino también para la sociedad y las empresas mismas. Cuando hablamos de género, estamos convencidos de que igualar es ganar.

En el ámbito de las energías renovables, en 2017 más de 10,3 millones de personas trabajaban en este sector, sin embargo, el empleo estaba mal repartido entre géneros: apenas un 35% de esa cifra son mujeres.

La situación es aún más desigual en otros sectores como la construcción o el transporte, donde las mujeres no llegan ni al 15%. Asimismo, las mujeres están sobrerrepresentadas en la economía informal y subrepresentadas en los niveles gerenciales o directivos.

Vistos de este modo, estos datos no reflejan el aumento del interés femenino por sectores tradicionalmente reservados a los hombres (y, por lo general, mejor pagados) ni la creciente presencia de mujeres en las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.

En el caso de BID Invest, el fomento de políticas de igualdad se materializa en tres grandes líneas de acción: promover el liderazgo femenino en las compañías, garantizar el acceso de la mujer a empleos de todos los niveles y convencer a las empresas para que incluyan en sus cadenas de valor iniciativas lideradas por ellas y, en tercer lugar, visibilizar, su influencia en determinados mercados para que exista una oferta de producto específica.

En el caso del acceso al mercado laboral, nuestra experiencia revela que, en ocasiones, las políticas de igualdad con foco en asistencia técnica para la capacitación de las mujeres no eran suficientes para provocar los cambios de fondo buscados en las organizaciones. Este enfoque permite que las carencias formativas de las mujeres no sean excusa para justificar su exclusión del mercado laboral o de los puestos de mayor responsabilidad. Sin embargo, al financiar acciones específicas una desventaja es que dejan un menor margen para que las empresas lideren sus propios cambios y desarrollen la motivación necesaria para incorporarlos.

Con el objetivo de avanzar en este camino, ahora contamos con un producto novedoso y más eficaz: los incentivos financieros.


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Incentivos para la inclusión 

Por su naturaleza económica, la negociación, definición y forma de aplicación de los incentivos financieros se discute con los directores financieros o directores ejecutivos de las empresas; actores que nada tienen que ver con la ejecución de las asistencias técnicas y cuya capacidad de influencia en la organización suele ser mayor a la hora de hacer efectivas las políticas de igualdad.

Los incentivos, por tanto, se pactan con las empresas que acuden a BID Invest en busca de financiamiento y se incorporan a los contratos de préstamo, junto con un plan de acción de género que refleja los objetivos a conseguir y la forma de medir su cumplimiento. Su peculiaridad es que su aplicación permite reducir la tasa de interés de un préstamo a cambio de resultados tangibles en materia de igualdad de género. Así, una ventaja es que su aplicación se activa a medida que esos objetivos se van alcanzando.

Otra ventaja es que, después del desarrollo de los planes de acción de género, las propias mujeres y las empresas asimilan sus beneficios pudiendo replicar la experiencia y generar un efecto multiplicador.

Este producto está especialmente dirigido a los sectores con menor representación de mujeres en América Latina y el Caribe, entre los que figuran el de infraestructura y energía, a fin de favorecer su presencia en los distintos escalones de las empresas. Sin embargo, puede hacerse extensivo a cualquier sector y a cualquier área económica.

Un ejemplo de la aplicación práctica de estos incentivos es el financiamiento concedido a la compañía argentina Central Puerto S.A. para la construcción, puesta en marcha y mantenimiento de dos parques eólicos, uno en Bahía Blanca y otro en Córdoba, con el objetivo de contribuir a la diversificación de la matriz energética del país y a la sostenibilidad de su capacidad de generación de energía.

El paquete financiero incluyó un préstamo de BID Invest, en el que hubo movilización de recursos procedentes del Fondo Climático Canadiense para el Sector Privado de las Américas (CF2).

Como novedad, el proyecto incorporó un acuerdo para la inserción de incentivos financieros vinculados a un plan de igualdad de género que incluye varias acciones: Un programa de pasantías para mujeres, que prevé su incorporación en áreas técnicas tanto en el ámbito corporativo como en el de la ejecución del proyecto; medición del aumento en la contratación de mujeres, incluida su participación en los procesos de selección; capacitaciones en equidad de género para todos los trabajadores; programas de comunicación interna solo para mujeres, con el objetivo de entender sus necesidades y preocupaciones específicas dentro de la empresa; mentoría para mujeres, para fomentar su promoción interna; actividades de comunicación externa para atraer talento femenino, y medidas para facilitar el trabajo a tiempo parcial durante los 6 meses posteriores a la baja de maternidad.

Se ha demostrado que una planilla equilibrada aporta mayor productividad, capacidad de innovación y, en definitiva, más beneficios. Gracias a ello, la empresa tiene un incentivo económico para ir abriendo camino hacia una efectiva igualdad de oportunidades, que es de lo que se trata.■

Para conocer más ejemplos de empresas invirtiendo en la igualdad de género en la región, visite: https://www.idbinvest.org/es/soluciones/genero.

 

 

 

Autores

Jimena Serrano

Jimena Serrano es oficial de género, diversidad e inclusión en el equipo de Servicios de Asesoría de BID Invest en Washington DC. Desde 2015, aseso

Digital Economy

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