¿La tecnología transformará la educación? Sí, pero bajo ciertas condiciones
La educación es una de las bases fundamentales para el avance y progreso de personas y sociedades. La pandemia por COVID 19 supuso un punto de inflexión que tuvo un gran impacto en los sistemas educativos.
Para controlar la propagación de la enfermedad, una de las principales medidas adoptadas por los gobiernos fue el cierre de los establecimientos escolares en formato presencial. Es más, en promedio, América Latina y el Caribe fue la región que más tiempo mantuvo cerradas sus escuelas de manera total o parcial: 70 semanas lectivas entre febrero 2020 a marzo 2022, un periodo considerablemente superior al promedio global de 41 semanas.
Ante esta situación, el sector educativo tuvo que recurrir a la implementación de las tecnologías para poder mantenerse en funcionamiento. El ejemplo más claro de este proceso de digitalización fue como los centros educativos, docentes y alumnos se vieron en la necesidad de encontrarse mediante plataformas educativas en línea que garantizasen la continuidad en las actividades de aprendizaje.
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Adicionalmente, con la reapertura paulatina de los centros, muchas organizaciones educativas han ido adoptando un enfoque híbrido que combina lo mejor de la educación en línea y la educación presencial. Este modelo ofrece numerosas ventajas. En primer lugar, amplía la capacidad del sistema educativo para ofrecer aprendizaje en línea de alta calidad.
IDB Invest y NTT Data han llevado a cabo una serie de investigaciones para proporcionar hallazgos, perspectivas y recomendaciones sobre cómo las nuevas tecnologías están transformando diferentes industrias.
Como parte de esa serie, el estudio "Cómo las Nuevas Tecnologías Están Transformando la Educación en América Latina y el Caribe" muestra que la transformación digital está cambiando la forma en que se desarrolla el sector para mejorar la calidad del aprendizaje y fomentar las competencias digitales.
Por otro lado, las herramientas digitales permiten a los estudiantes acceder a recursos educativos en cualquier momento y lugar, lo que brinda flexibilidad en el aprendizaje y una experiencia más personalizada. Por ejemplo, aplicaciones como Zoom permiten la asistencia a clases y la colaboración en trabajos grupales sin necesidad de desplazarse.
Además, plataformas como Moodle facilitan la gestión de cursos, la distribución de materiales educativos y el seguimiento de resultados por parte de los docentes.
Del aula al empleo
Los avances de las nuevas tecnologías han tenido también un profundo impacto en la evolución del mercado laboral, cambiando su demanda con necesidades cada vez más sofisticadas y específicas, obligando al desarrollo y aprendizaje de competencias digitales.
Es por esta razón, que muchos centros educativos, especialmente las universidades están impulsando la colaboración entre todos los grupos de interés, incluyendo la visión de las empresas con una finalidad clara: favorecer la inserción laboral y la empleabilidad de los alumnos, adecuando las necesidades formativas con la demanda empresarial.
Este nuevo paradigma educativo está permitiendo el surgimiento de soluciones digitales que traen innovación al sector. En este sentido, BID Lab, el laboratorio de innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha realizado una inversión en la startup colombiana Slang, plataforma educativa que apoya a los estudiantes a que ingresen al mercado laboral.
Uno de los modelos más destacados en la región son las Plataformas de Aprendizaje en Línea, conocidas como MOOCs (Massive Open Online Courses). Estas plataformas ofrecen cursos en línea asequibles y permiten el acceso a millones de usuarios.
Especialmente relevantes son el reconocimiento y certificación de las destrezas o conocimientos adquiridos en estos cursos a través de insignias digitales que se caracterizan por ser acumulables, homologables y tener prestigio en el mercado laboral.
Invertir para el mañana
Menos conocido en la actualidad, pero con perspectivas de crecimiento en los próximos años son los Acuerdos de Compartir Ingresos (ISA), donde los estudiantes obtienen financiación para sus estudios a cambio de comprometerse a pagar un porcentaje de sus futuros ingresos. Empresas como la mexicana Quotanda ya comienzan a ofrecer estos servicios personalizados para programas de ayuda financiera.
Sin embargo, las tecnologías por sí solas no son la panacea a todos los problemas educativos en la región. Se necesita una profunda reflexión para cambiar los ojos con los que se mira a la educación para que pase de ser un mero gasto a una apreciada inversión en el futuro.
Por ir un paso más lejos, esta inversión en la transformación digital de la educación no solo provocará rendimientos económicos, si no que fomentará sistemas educativos inclusivos y de calidad.
En última instancia, cada esfuerzo para mejorar la educación en América Latina y el Caribe es una inversión a largo plazo en el empoderamiento, la igualdad de oportunidades y el crecimiento sostenible.
Con una visión compartida y un compromiso continuo, se puede transformar el sector educativo en la región, proporcionando a las generaciones futuras las herramientas y el conocimiento necesarios para prosperar en un mundo cada vez más complejo y conectado.
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