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Tres reflexiones sobre educación

El Día Internacional de la Educación (24 de enero) es una buena oportunidad para repasar el estado actual, además de las oportunidades y desafíos en este sector para América Latina y el Caribe.

Una maestra con sus estudiantes en el aula.

El Día Internacional de la Educación se celebra cada 24 de enero desde 2019. En 2024, la campaña se centra en la educación para la paz duradera en el contexto de diversos conflictos armados y destaca el papel central de la educación contra la polarización.

 

Para contribuir a esta conversación y reflexionar sobre los desafíos educativos en América Latina y el Caribe, presentamos tres entradas previamente publicadas en las que compartimos nuestras ideas sobre desafíos y soluciones.

 

La primera aborda la importancia de desarrollar pensamiento crítico. La segunda habla de aprendizajes que nos dejó la pandemia de COVID19 para impulsar la educación virtual. Y la tercera, de la necesidad de invertir más en infraestructura social.

 

El ABC del pensamiento crítico: qué es y por qué es importante

 

El pensamiento crítico es vital en un mundo que cambia dinámicamente, ya que ayuda a generar opiniones bien fundadas y a resolver problemas complejos. Aunque pensar es un acto humano natural, no todos los pensamientos implican un razonamiento crítico.

 

El pensamiento crítico evalúa la solidez y adecuación de afirmaciones, teorías o ideas mediante el cuestionamiento y la adopción de perspectivas. No conduce necesariamente a una posición original, sino que implica evaluar diferentes perspectivas y cuestionar supuestos.

 

La buena noticia es que el pensamiento crítico puede enseñarse y ejercitarse intencionadamente, lo que lo convierte en una valiosa habilidad del siglo XXI para desenvolverse en las complejidades del mundo moderno.


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Desafíos y oportunidades de la educación virtual

 

A pesar de los desafíos continuos, la mejora cualitativa en la calidad educativa señala beneficios potenciales para la región. El acceso a la tecnología es un obstáculo para casi el 30% de los hogares vulnerables, especialmente en áreas rurales con acceso limitado a Internet, y especialmente para estudiantes de bajos ingresos.

 

Los educadores necesitan ayuda para adaptarse a las herramientas digitales, pero solo la mitad son  competentes en tareas básicas de computación, y tres cuartas partes a nivel universitario no suelen integrar tecnologías digitales en su plan de estudios.

 

A pesar de los desafíos, la educación virtual ofrece oportunidades para reducir brechas y mejorar la inclusión, permitiendo que los estudiantes con recursos limitados accedan a capacitación personalizada y presentando numerosas posibilidades en el mercado laboral.

 

Es momento de impulsar la infraestructura social

 

La crisis de la COVID-19 dejó claro que la infraestructura social en América Latina y el Caribe no se prioriza lo suficiente y tiene escaso mantenimiento.

 

La región enfrenta desafíos como infraestructura hospitalaria insuficiente y escasez de profesionales de la salud, con un promedio de 19,1 médicos y 28,7 profesionales de enfermería por cada 10.000 habitantes (2020), una cifra por debajo de las recomendaciones de la OMS.

 

Los barrios informales, que albergan más del 20% de la población urbana, necesitan más condiciones para un aislamiento efectivo. El cuidado de los ancianos ha sido descuidado, con ocho millones de adultos mayores que padecen infraestructura inadecuada y altas tasas de mortalidad.

 

Los centros educativos necesitan ayuda con la conectividad y el acceso a la tecnología. Solo el 64% de estudiantes tienen computadoras para trabajos escolares. Las asociaciones público-privadas (APP) podrían abordar estos desafíos, atrayendo inversión privada para renovar la infraestructura social, escuelas públicas, centros tecnológicos y deportivos.

 


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Autores

Equipo de Negocios Sostenibles

Como el brazo de inversión en el sector privado del Grupo BID, conocemos bien la región. Con hubs en Buenos Aires, Bogotá, Ciudad de Panamá y Puerto E

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