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Los entretelones de nuestro acceso a los alimentos en los tiempos del COVID

El sector de agronegocios ha demostrado ser uno de los más resilientes. ¿Qué impacto sufrieron las cadenas de valor productoras de alimentos en Latinoamérica en los primeros meses de crisis y cómo enfrentan los nuevos desafíos?

Los entretelones de nuestro acceso a los alimentos en los tiempos del COVID

El alimento ha ganado protagonismo durante la pandemia del coronavirus. Tanto su declaración como sector esencial, como góndolas vacías en supermercados por el pánico inicial de los consumidores y largas colas en los bancos de alimentos, nos han ayudado a ganar conciencia de la importancia de los alimentos que consumimos y cuan rápidamente pueden volverse escasos. Pero, ¿cómo vivieron detrás de escena las cadenas de valor productoras de alimentos en la región estos primeros meses de crisis? ¿Qué estrategias debieron adoptar para capear la tormenta?

A partir del análisis de reportes sobre el tema y de entrevistas a nuestros clientes en diversos subsectores de los agronegocios en Latinoamérica, observamos que el sector ha demostrado ser uno de los más resilientes: el hecho de poder continuar operando (un claro beneficio con respecto a otros sectores) implicó que las empresas debieron implementar cambios contra reloj para disminuir los riesgos de contagio y sortear dificultades logísticas, al tiempo que los cambios que sufrió la demanda —tanto local como externa— les exigió importantes ajustes a sus principales decisiones de producción.

Desafíos operativos

A nivel operativo, los cierres de fronteras y los mayores controles al transporte de carga interno generaron complicaciones logísticas para acceder a plantas, mercados e insumos, e incrementó la generación de desperdicio de alimentos frescos. En Argentina, por ejemplo, algunas localidades exigieron cambio de camión al cruzar fronteras internas, lo cual incrementó costos y generó pérdidas de valor. Los cuellos de botella que sufrieron algunos puertos ocasionaron que, por ejemplo, numerosos contenedores de uva no lograran ser descargados en China a tiempo, generando toneladas de fruta desperdiciada. Además, el encarecimiento del transporte aéreo les exigió a muchos exportadores utilizar transporte de carga marítimo, lo cual generó desafíos para productos perecederos, como palta y arándanos.

Al avanzar los contagios en la región, rápidamente surgió el temor a los contagios entre los empleados de las plantas procesadoras, más expuestos que el personal de campo, que podría poner en peligro la continuidad de las operaciones. Esto llevó a la conformación de comités de crisis y al desarrollo de protocolos estrictos en tiempo récord. Las exigencias de estos nuevos protocolos, que incluyeron mayor gasto sanitario, incremento en el número de turnos en plantas y comedores, y en la cantidad de autobuses para transporte de personal, aumentaron los costos operativos. Tanto los nuevos protocolos como la necesidad de acumular inventarios de productos terminados y de anticipar compras de materias primas, impactaron en un aumento de los costos operativos, que promedió entre 2 y 5 puntos de margen de EBITDA en algunas industrias.



Respuestas rápidas a cambios de demanda

Al margen de las dificultades operativas, la demanda sufrió fuertes cambios a una velocidad pocas veces observada en la historia de la industria. El cierre abrupto de hoteles y restaurants y la suspensión de eventos alrededor del mundo hizo que el canal de venta de alimentos HORECA (hotel, restaurants y catering) se desplomara. En contraposición, el canal de venta minorista se disparó, por la reacción de aprovisionamiento inicial de los consumidores y el aumento del consumo de alimentos en los hogares.

Esto creó ganadores y perdedores, y exigió respuestas rápidas de los productores de alimentos para redireccionar recursos de los sectores o nichos en problemas hacia el abastecimiento de la nueva demanda.

Las conservas, las legumbres y los congelados fueron sin duda ganadores. También algunas frutas, como los cítricos, debido a su alto contenido de vitamina C. La proteína animal y algunas frutas y verduras sufrieron el impacto de la desaparición del canal HORECA y los menores ingresos de los hogares que se vieron forzados a volcarse por calorías más económicas. Los biocombustibles —que enfrentaron el desplome del precio del petróleo y de la demanda de servicios de transporte— y pescados, muy demandados por el canal HORECA, fueron aún más golpeados, lo mismo que las flores, dependientes del transporte aéreo.

La desaparición del canal HORECA también llevó a la suspensión de contratos de exportación, lo cual en algunos casos de productos perecederos implicó pérdidas importantes para los productores, como la piña en Costa Rica, y toneladas de desperdicio de alimentos, como el caso de melones centroamericanos.

Estrategias efectivas para responder a la crisis

Los productores y procesadores de alimentos que tuvieron la flexibilidad y velocidad necesaria para ajustar su producción al nuevo escenario, diversificando mercados y productos, son los que están transitando la coyuntura actual de la mejor manera.

Por ejemplo, la inversión en plantas de fraccionamiento, como el caso de legumbres en Argentina, y en la transformación de productos frescos en conserva y congelados, como salsas en Perú, ayudó a redireccionar la oferta hacia la nueva demanda. Las empresas multiproducto y multiproceso y aquéllas con mayor cercanía y diálogo con sus clientes tuvieron ventaja a la hora de implementar o acelerar estos cambios. La flexibilidad para diversificar mercados también fue necesaria. Por ejemplo, los exportadores de carne de res que vieron cerrado su acceso a los mercados premium europeos muy focalizados en restaurantes, debieron redireccionar su producción al mercado local o regional, en algunos casos con resultados muy positivos.

La creatividad para incrementar su liquidez también se vio en casos de rápida conversión de hectáreas de productos afectados por la caída de la demanda externa, por ejemplo, flores, en productos con mayor demanda local, como hortalizas. Los equipos comerciales sin duda pasaron a tener un rol protagónico: con termómetro en mano debieron detectar e interpretar correctamente los cambios en la demanda y activar rápidos cambios en la producción.

Estas estrategias fueron fundamentales para mantener a las empresas, en particular a agroexportadores, en buena situación de caja. Sin embargo, los desafíos continúan. Aún persiste mucha incertidumbre con respecto a los impactos del COVID-19 en lo que resta del año, pero es posible estimar que la inevitable recesión global impactará negativamente en la demanda de ciertos alimentos. Frente a este contexto, en BID Invest estamos decididos a jugar un claro rol contra cíclico aumentando significativamente nuestras inversiones en agroindustria que ayude a dinamizar el sector y acelerar la recuperación. Una recuperación con un rol protagónico del sector productor de alimentos, que contribuya a la seguridad alimentaria de la región y asegure el acceso a mercados para pequeños y medianos productores agropecuarios.■

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Autores

Guillermo Foscarini

Guillermo lidera el equipo de agronegocios en BID Invest. Se incorporó a la institución en 2019, y tiene como responsabilidad la estrategia, el pla

Romina Ordoñez

Romina es Especialista Senior en Desarrollo Rural del BID, a cargo del desarrollo e implementación del programa de la División de Desarrollo Rural,

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