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Mundo BID: Teletrabajo y cambio climático, Paneles solares en la Amazonia y Clase media

Les presentamos tres entradas seleccionadas de blogs del Grupo BID, sobre el efecto del teletrabajo sobre la contaminación y el cambio climático, la energía solar en la Amazonia boliviana y la creciente clase media latinoamericana.

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¿Pueden los teletrabajos ayudarnos a lograr una recuperación sostenible y economías de cero emisiones netas?

Desde que el nuevo coronavirus nos golpeó el año pasado, obligando a los países a tomar medidas de confinamiento y distanciamiento social, las empresas y los gobiernos adoptaron nuevas políticas para trabajar de forma remota. Estas cuarentenas han provocado un experimento sin precedentes en el que más personas que nunca han estado teletrabajando para reducir los riesgos de propagación y contracción del virus.

Aunque se ha escrito mucho sobre cómo los teletrabajos están revolucionando nuestra forma de trabajar, se ha prestado poca atención a cómo pueden contribuir a lograr una recuperación sostenible después de la pandemia y llegar a cero emisiones netas para 2050.

Si bien los impactos ambientales positivos de una reducción en la contaminación del aire y en los combustibles fósiles, proveniente de la disminución del tráfico de aquellos que conducen al trabajo, serán de corta duración, a medida que las economías se reabren existe un gran potencial para que los teletrabajos continúen contribuyendo a lograr un futuro más sostenible.

Muchos de nosotros que somos lo suficientemente afortunados de poder trabajar de forma segura desde casa hemos visto cómo los teletrabajos no socavan la productividad en aquellos sectores que pueden hacerlo. Los teletrabajos, la formación a distancia y las plataformas digitales a demanda han penetrado la región. Gracias a los avances tecnológicos, una parte importante de la población activa pudo seguir trabajando.

Sigue leyendo esta entrada: https://blogs.iadb.org/sostenibilidad/es/pueden-los-teletrabajos-ayudarnos-a-lograr-una-recuperacion-sostenible-y-economias-de-cero-emisiones-netas/

Innovación, tecnología y energía en la Amazonía boliviana

A orillas de dos de los ríos más importante de Bolivia, el Madre de Dios y el Mamoré se encuentran las poblaciones hermanas de Riberalta y Guayaramerín, departamento del Beni, Bolivia. En estas localidades del norte de la Amazonia boliviana, más de 500 hogares están transformando su vida. La radiación solar que cae sobre la superficie se convierte en el recurso ideal para llevar energía limpia y renovable a través de paneles fotovoltaicos.

¿Se ha preguntado alguna vez cómo hacen aquellas comunidades que aún no tienen energía eléctrica? Además de no contar con posibilidad de alumbrarse por las noches de forma confiable y segura, ¿qué sucede cuándo no se tiene acceso a información y entretenimiento? En medio de una pandemia mundial en pleno siglo XXI resulta esencial contar con servicios básicos e información.

Este tipo de situaciones son propias de familias en distintas comunidades alejadas en Riberalta y Guayaramerín, donde la tasa de acceso a la energía es de 90%. Sin embargo, las zonas que cuentan con este servicio consumen electricidad generada a base diésel.

Para cambiar esta situación, el BID a través de un programa de electrificación rural , financió la al Gobierno de Bolivia la compra de 500 sistemas fotovoltaicos para las familias de Guayaramerín y Riberalta. Además, a través de este proyecto se está gestionando la entrega de otras 1,200 unidades para los departamentos de Tarija y Beni

Sigue leyendo esta entrada: https://blogs.iadb.org/energia/es/innovacion-tecnologia-y-energia-en-la-amazonia-boliviana/

La esquiva clase media de América Latina y el Caribe (ALC)

Gráfico

Los Nobel en economía Esther Duflo y Abhijit Banerjee se hicieron en el 2008 la siguiente pregunta: ¿qué caracteriza a los hogares de clase media en los países en desarrollo? Para responderla analizaron encuestas de hogares en 13 países de ingresos bajos y medios en Asia, África y América Latina. Exploraron patrones de consumo en alimentación, educación, salud y entretenimiento; características de la ocupación y el empleo; actividades de emprendimiento y acceso a crédito; migración y fertilidad, entre otras muchas variables. Su conclusión, que cito y traduzco aquí, es: “Nada parece más clase media que el hecho de tener un trabajo estable y bien remunerado (…) La razón por la que esto importa ―y, de hecho, por la que importa mucho― es que nos lleva a la idea de un buen empleo. Un buen empleo es un trabajo estable, bien remunerado, que le dé a uno el espacio mental para hacer todas esas cosas que la clase media hace bien (…) Quizá esa sensación de control sobre el futuro que uno deriva al saber que habrá un ingreso cada mes, y no simplemente un ingreso, es lo que permite a la clase media enfocarse en construir sus propias carreras y las de sus hijos.”

Una década después de publicado este estudio, el panorama en América Latina en este frente era agridulce. De un lado, había una muy buena razón para celebrar: tras años de caída sostenida, los niveles de pobreza monetaria se habían reducido sustancialmente. Entre 2002 y 2018, el porcentaje de personas en América Latina con ingresos inferiores a la línea la pobreza (cinco dólares diarios según el estándar para la región) cayó de 42,3% a 23,1%. Fue una caída generalizada, si bien algunos países ―Bolivia, Ecuador, Paraguay― fueron más exitosos que otros como El Salvador, Honduras y República Dominicana.

Pero, de otro lado, había también causas de preocupación. En 2019 solo 4 de cada 10 latinoamericanos de ingresos medios se encontraban suficientemente lejos de la línea de pobreza; el resto carecía de un amortiguador para que, en caso de una recesión profunda, no retrocedieran a la pobreza. Y, esta vulnerabilidad estaba asociada a la calidad del empleo. Al contrario del ideal de Duflo y Banerjee, en América Latina muy pocos trabajadores de ingresos medios (tercer quintil de ingresos) han tenido estabilidad laboral. En 2018, por ejemplo, menos de un tercio de los trabajadores de ingresos medios en Bolivia y Colombia tenían contratos permanentes y más del 40% eran trabajadores por cuenta propia. Y dado que, por razones históricas, en América Latina el acceso a la seguridad social ha estado vinculado al empleo asalariado formal, buena parte de los trabajadores de clase media han estado expuestos a riesgos de pérdida de ingresos por enfermedad y desempleo y sin acceso a una pensión que les proteja en la vejez. Así, por ejemplo, en Chile en 2017 el 30% de los trabajadores de ingresos medios no cotizaba a la seguridad social. En Argentina esta cifra aumentaba a 46% y en Perú, Bolivia y Guatemala, superaba el 80%.

https://blogs.iadb.org/trabajo/es/la-esquiva-clase-media-latinoamericana/

Autores

Equipo BID Invest

BID Invest busca ser el banco de soluciones del sector privado de América Latina y el Caribe. Apoyamos proyectos para avanzar con la energía limpia

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